lunes, 26 de septiembre de 2011

Día Mundial del Turismo: Acercando culturas

por Marcela Torres

Cada año, el 27 de septiembre, la Organización Mundial para el Turismo (OMT) de Naciones Unidas celebra el Día Mundial del Turismo, con el propósito de profundizar en la sensibilización de la comunidad internacional respecto a la importancia del turismo y su valor social, cultural, político y económico. En 2011, las celebraciones se centran en el turismo y acercamiento de las culturas.

Según la OMT, en 2010, 940 millones de turistas viajaron a un país diferente, entrando así con contacto dinero con una cultura tangible –arte, monumentos– e intangible –música, gastronomía, tradiciones–. El Día Mundial del Turismo 2011 (DMT 2011) es una celebración de esta interacción singular y aspira a profundizar en la comprensión de los valores de la diversidad cultural.

“El mensaje de este Día Mundial del Turismo es que, gracias al turismo, millones de personas de diferentes culturas se están encontrando en todo el mundo como nunca había ocurrido antes”, explica el Secretario General de la OMT, Taleb Rifai. “Esta interacción entre personas con diferentes  tradiciones y formas de vida representa una inmensa oportunidad de avanzar por el camino de la tolerancia, el respeto y la comprensión mutua”.

El DMT 2011 llama también la atención sobre la importancia de conservar y promover las culturas del mundo en todas sus formas. La cultura, que empuja a millones de turistas a viajar y a gastar, posee un valor inmenso en sí misma, pero es también un instrumento vital para el desarrollo de un sector turístico sostenible. Por ello, ha de gestionarse y protegerse de manera racional, tal como se contempla en el Código Ético Mundial para el Turismo, que afirma que: «Las políticas y actividades turísticas se llevarán a cabo con respeto al patrimonio artístico, arqueológico y cultural, que deben proteger y transmitir a las generaciones futuras».

Culturas ancestrales en Chile

En Chile, el Estado reconoce que los indígenas de Chile son los descendientes de las agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias siendo para ellos la tierra el fundamento principal de su existencia y cultura.

El Estado reconoce como principales etnias de Chile a: la Mapuche, Aymara, Rapa Nui o Pascuense, la de las comunidades Atacameñas o Lickan Antay, Quechuas y Collas del norte del país, las comunidades Kaweshkar o Alacalufe y Yámana o Yagán de los canales australes.

Según el último censo realizado en Chile en 2002, el 4,6% de los habitantes se identificó con alguna de estas etnias. De estas personas, la mayoría (87,3%) se declaró descendiente de los Mapuches. Le siguen los Aymaras (7%) y los Lickan Antay (3%). El resto de las etnias (Colla, Rapa Nui, Quechua, Yámana y Alacalufe), suman en conjunto 2,7%.

Proteger la riqueza cultural

El turismo es un sector económico basado en la interacción humana, el intercambio y el diálogo. El DMT 2011 es un llamamiento a todos los que se dedican al turismo para que actúen de manera consciente y respetuosa con la cultura, promoviendo el diálogo intercultural y garantizando que las comunidades locales participen plenamente en las oportunidades de desarrollo del turismo y que se beneficien de ellas.

“La cultura es uno de los bienes más preciados y es preciso protegerla. Al presentar este Día Mundial del Turismo 2011, hago un llamamiento a todas las personas a que hagan un turismo que conserve y acreciente la riqueza cultural de nuestro mundo para las generaciones futuras”, señala el Sr. Rifai.

martes, 20 de septiembre de 2011

¡Cuidado con esa fogata!

Parque Nacional Torres del Paine.
© Hernán Torres

por Marcela Torres

En todo el mundo existen áreas protegidas de gran belleza natural y al recorrerlas debemos ser cuidadosos para evitar dañarlas y asegurar que puedan ser disfrutadas por futuras generaciones. Uno de los mayores factores de riesgo, sobre todo en zonas de bosques y pastizales, es el fuego que se escapa de control.

En febrero de 2005 un incendio forestal que duró 10 días en el Parque Nacional Torres del Paine afectó a más de 13.000 hectáreas, cerca del 7% de su superficie. La causa fue la inflamación de una cocinilla que un turista checo utilizó en un área de pastizales no autorizada para acampar. El desastre fue tal que La República Checa sin demora ofreció ayuda para la recuperación de los sectores dañados y envió expertos checos. En diciembre de 2010 terminó el proyecto de cooperación forestal  “Asistencia en renovación de ecosistemas dañados por el incendio en el Parque Nacional Torres del Paine”, que duró 5 años e incluyó la forestación con 180.000 plantas de Lenga (Nothofagus pumilio).

El Parque Nacional Torres del Paine es uno de los íconos del turismo de naturaleza en Chile. Ubicado en la Patagonia chilena, cubre un total de 181.414 hectáreas y es uno de los destinos preferidos para el trekking a nivel mundial, particularmente por su famoso circuito W. En 1978 fue declarado Reserva de la Biosfera, por la UNESCO, porque es una de las zonas representativas de los distintos ecosistemas del mundo que sirven como patrones para medir los impactos del hombre sobre el ambiente.

Las formaciones rocosas conocidas como las “torres del Paine”, los glaciares Grey y Dickson, las numerosas cascadas y lagos y su abundante fauna, que incluye a especies amenazadas como el cóndor, el puma y el huemul, son algunos de los principales atractivos de esta área protegida. Luego del incendio de 2005 se pensó que los turistas habrían aprendido acerca de la importancia de respetar las zonas destinadas para visitantes.

Sin embargo, en febrero de 2011 hubo que lamentar un nuevo incendio. Un turista israelí que realizó una fogata en un área no autorizada ocasionó un nuevo incendio que no tuvo las mismas consecuencias desastrosas del anterior debido a que la lluvia que caía ayudó a controlar las llamas. El turista fue expulsado del Parque Nacional y declarado un visitante no grato por su irresponsabilidad.

La Corporación Nacional Forestal (CONAF), la agencia gubernamental encargada de la administración de las áreas protegidas en Chile, tiene normas claras para los visitantes que pueden descargarse de su sitio web en castellano y en inglés. Vale la pena recordar algunas de ellas para asegurar que cuando visitamos una zona natural seamos turistas responsables: 
  • Respete los horarios de visita, la señalización e instalaciones del Área Silvestre Protegida, así como las instrucciones de los/las guardaparques.
  • Respete las normas de seguridad. Transite sólo por los senderos y caminos señalizados. Al realizar una excursión a sectores alejados, vaya acompañado, lleve los implementos y el vestuario adecuado. Informe al guardaparque en el acceso a la unidad o guardería del sector, la ruta y horario de regreso.
  • Haga sus fogatas en los lugares habilitados para ello y apáguelas con abundante agua. Los incendios forestales y la presencia del hombre en actitud distraída son siempre un potencial peligro para la naturaleza.
Ahora que se acerca la temporada alta para el turismo en Chile, esperamos que no tengamos que presenciar un nuevo incendio en el Parque Nacional Torres del Paine. Conservar nuestro maravilloso patrimonio natural para las generaciones futuras es tarea de todos.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La guía de un “gringo” a la comida chilena

Mote con huesillo, pastel de choclo y empanada.
© Hernán Torres

por Robert Bell

Si comer y beber vino es tu fuerte, Chile no te desilusionará. ¿Y qué mejor manera de celebrar el Día de la Independencia de Chile el 18 de Septiembre que festejar con delicias tradicionales? El olor de los anticuchos chisporroteando en la parrilla en una fonda (“fiesta dieciochera”) en un día soleado es una experiencia memorable. De hecho, Septiembre es una de las mejores épocas para estar en Chile, ya que las temperaturas comienzan a subir y la atmósfera se vuelve más festiva. Hay mucho que ver y, por supuesto, que comer.

Como un “gringo” viviendo en Chile, he llegado a apreciar platos tradicionales como el pastel de choclo (una cacerola de greda rellena con carne, huevo duro, cebolla y aceitunas cubierta con una crujiente capa de choclo o maíz molido) y, mi favorito, el charquicán (un contundente guiso con carne, zapallo, papas y porotos verdes o vainas). Ambos son únicos y deliciosos. Chile también tiene una amplia oferta de excelentes mariscos, especialmente en el panorámico y popular balneario de Viña del Mar. Pasteles de jaiba (cangrejo), machas a la parmesana, paltas (aguacates) rellenas con camarones y  la corvina son todas selecciones fantásticas del menú. Las empanadas, que vienen en distintas variedades, desde el típico pino hecho con carne, pasando por el pollo hasta el queso con camarones, también son populares para el Día de la Independencia.

Los chilenos también tienen su lado dulce y algunos de sus postres tradicionales son sencillamente adictivos, como los pasteles rellenos con mermelada y cubiertos con merengue. El manjar (dulce de leche suave) tiene una contextura cremosa y se aplica en abundancia a casi todo, desde donuts hasta queso. Y a medida que comienzan a subir las temperaturas, el mote con huesillo (un jugo hecho con duraznos secos y trigo mote) es lo mejor para apagar la sed y sirve tanto como un postre refrescante y una bebida que se sirve bien helada.

Y hablando de bebidas, los chilenos están orgullosos de su pisco, que puede comprarse en distintos grados alcohólicos que van desde los 30 hasta los 50 y generalmente se sirve sour, y la cerveza (esta última no tan espectacular). Sin embargo, el vino chileno es posiblemente uno de los mejores; Chile tiene variedades de uva como el Carmenére que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.    

Para muchos, el Día de la Independencia no está completo si no se toma un poco de chicha, una cidra liviana y muy dulce en base a uvas que tiene más alcohol que vino. En realidad, es un gusto adquirido para los no iniciados; he conocido a chilenos a quienes tampoco les gusta. Entonces luego de festejar con un poco de comida típica chilena, sólo queda una cosa por hacer: ¿Te gustaría acompañarme a bailar una cueca?

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Escalar o no escalar Uluru…

Uluru, Territorio Norte, Australia.
  
por Marcela Torres

Sólo quedan un par de meses para votar por las Nuevas 7 Maravillas de la Naturaleza. Entre los lugares favoritos en esta iniciativa está el sitio sagrado de aborígenes australianos, Uluru – también conocido como Roca Ayers-, uno de los íconos naturales más reconocidos del país. Parece un buen momento para reflexionar acerca de una pregunta que ha sido motivo de un acalorado debate por décadas: ¿Debe permitirse que los turistas escalen la roca o no? El respeto por las culturas indígenas y las tradiciones locales es parte central del concepto del turismo responsable y es el tema de la controversia sobre Uluru.

Más de 100.000 personas escalan cada año este Sitio de Patrimonio Mundial de la UNESCO, ubicado a 450 kilómetros al oeste de Alice Springs, en el estado del Territorio del Norte. La formación de tierra arenisca alcanza una altura de 348 metros y una circunferencia de 9,4 kilómetros. Quienes han tenido la buena fortuna de visitar el lugar, dicen que Uluru parece cambiar de color dependiendo de cómo le llegue la luz en diferentes momentos del día y del año.

Pero la popular escalada al monolito ha enojado por mucho tiempo a los aborígenes locales, el pueblo Anangu. Bajo la Ley Aborigen, ellos son responsables por la protección de Uluru y de sus visitantes. Dicen que el sitio es sagrado y han pedido que se prohíba su escalada desde que el Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta fue puesto bajo su cuidado en 1985.

Los Anangu creen que en la época de formación del mundo la escalada de Uluru era la ruta tradicional de los hombres ancestrales cuando llegaban al lugar. Debido a este significado espiritual, ellos prefieren que –por educación y comprensión- los visitantes respeten sus leyes y su cultura evitando la escalada.

La seguridad también es un tema. El recorrido tiene una longitud de aproximadamente 1,6 kilómetros y toma unas dos horas de caminata. Debido a que es resbaladizo, la primera parte tiene una cadena para sostenerse. Según los registros, 36 personas han muerto y muchas más se han accidentado intentando la escalada, lo que preocupa a los dueños tradicionales.

Además, existen preocupaciones ambientales. Los administradores del parque dicen que el sendero se ha desgastado por el constante uso por parte de los turistas y que la erosión está cambiando la superficie de Uluru. La falta de servicios higiénicos y basureros en la meseta también implica que los turistas dejen desechos que afectan a los pozos de agua cercanos.

El dinero manda

Según las autoridades del parque, cerca del 38 por ciento de los visitantes escala cada año, una fuerte disminución del 74 por ciento registrado en 1990. Aun así, los operadores turísticos de la región continúan ofreciendo la escalada como la principal atracción de la visita al Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta y a menudo no les informan a sus clientes del significado cultural y espiritual del lugar. Para muchos turistas, la primera vez que escuchan “Por favor no escale Uluru” es cuando lo leen en su entrada al parque.

El mercado lo demanda, la gente quiere escalar, y debido a que no existe una ley que prohíba la escalada a Uluru, muchas empresa continúan destacando la misma oferta popular: amanecer, escalada y atardecer.

Hasta ahora, la administración del parque nacional ha recurrido a una estrategia de educación de los visitantes para enfrentar el problema, con letreros interpretativos explicando el sufrimiento que la escalada produce a los dueños tradicionales y pidiendo a los visitantes que participen en actividades alternativas. Sin embargo, los cambios de actitud y conducta de visitantes por lo general toman años y a veces requieren la aplicación de técnicas de manejo más directas, tales como la prohibición de una actividad para asegurar la conservación de un atractivo natural y el respeto cultural por parte de los visitantes.

El 2009, el Directorio de Administración de Uluru-Kata Tjuta tomó la iniciativa de elaborar un Plan de Manejo de 10 años recomendando el cierre de la escalada, destacando que se trata de una actividad insensible culturalmente. Aunque la medida no tuvo gran apoyo político, la escalada tiene sus días contados de todas maneras.

Según los términos del contrato de arrendamiento que los ancianos Anangu otorgaron en 1985 al Servicio de Parques Nacionales, el derecho a escalar expira el 2020, y el parque nacional está reclutando a un profesional que supervise este proceso. Si la escalada se autoriza más allá de esa fecha, el contrato de arrendamiento tendrá que ser renegociado.

Algunos representantes de la industria turística argumentan que la prohibición podría causar una reducción en la cantidad de visitantes y tener serias implicancias financieras para los Anangu, que reciben el 22,5 por ciento de todas las entradas al parque y tienen derechos únicos para desarrollar actividades comerciales en él.

Existen muchas alternativas interesantes, sin embargo, de tours dentro del parque con actividades que no ofenden a los dueños tradicionales. Las excursiones incluyen expediciones a pie para explorar formaciones rocosas y sitios de arte aborigen alrededor de la base, con guías locales e intérpretes. Los visitantes aprenden acerca de los mitos de la creación, las comidas de las praderas, cómo tocar la flauta didgeridoo, cómo pintar con puntos y cómo arrojar una lanza.

Un folleto disponible en el Centro Cultural en el parque lleva un importante mensaje de los ancianos Anangu:

“Eso que estás escalando es una cosa realmente importante y sagrada… No debes subirla. No es lo real de este sitio. Lo real es escuchar todo. Escuchar y comprender todo. ¿Por qué tendríamos que decirte que te fueras (y que no escales)? Para que entiendas esto… para que entiendas, te estamos informando: No escales. Y tal vez esto te ponga un poco triste. Pero de todos modos, eso es lo que tenemos que decir. Estamos obligados a decirlo. Y todos los turistas se iluminarán y dirán: “Ah, ya veo. Esta es la forma correcta. Esto es lo que corresponde. Esta es la manera correcta: Sin escalar”.