Avión de la empresa Air Bus.
© Air Bus
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por Marcela Torres
Los viajes aéreos han sido generalmente identificados como una gran fuente de emisión de gases de invernadero y un factor importante en temas de cambio climático. Esto plantea preguntas sobre las implicancias de los crecientes costos del combustible y la energía en el futuro y la necesidad de ver al turismo en un contexto más amplio que involucra al medio ambiente, los recursos y la movilidad si es que algún día logra ser sustentable.
Aunque algunas personas sostienen que los aviones sólo contribuyen entre el 2 y el 3 por ciento de las emisiones globales, las aerolíneas están conscientes de las críticas y han estado abordando el problema por varios años. ¿Los resultados? El mes pasado, Boeing realizó su primer cruce transatlántico con un avión comercial usando combustible renovable de origen biológico. Y esta semana, Lufthansa y Airbus lanzaron los primeros viajes diarios de pasajeros usando biocombustibles sustentables.
Pero el camino hacia la sustentabilidad en los vuelos no ha sido siempre fácil ni voluntario. Cuando la Unión Europea adoptó la Directiva para incluir a la aviación en su Esquema de Transacción de Emisiones en enero de 2009, muchas aerolíneas se quejaron que perjudicaría sus operaciones en la región. ¿Cómo funciona este esquema de transacción de emisiones? Los pasajeros y las empresas contribuyen a algún proyecto de conservación para contrarrestar sus emisiones de carbono, las que son transadas en un mercado del carbono.
Algunas aerolíneas, tales como Qantas, Air New Zealand, Virgin Atlantic y Continental, voluntariamente crearon sus propios programas de compensación por el carbono para permitirles a sus pasajeros reducir su huella ecológica cuando volaban incluso antes que se pasaran reglamentos al respecto. Ellas fueron, sin duda, pioneras en este ámbito, pero rápidamente surgieron dudas acerca de cuánto deberían pagar los turistas por cada tonelada de dióxido de carbono que se compensaba y acerca de la necesidad de privilegiar la reducción de emisiones en lugar de su compensación.
Muchos esperaban que la ciencia y la tecnología jugaran un rol importante. Los turistas ven a los científicos como los actores principales en la entrega de información actualizada que permita a las autoridades de gobierno tomar las decisiones correctas, mientras que la industria se apoya en la tecnología para resolver el problema de la emisión de dióxido de carbono sin tener que reducir los vuelos.
La gran verdad es que los vuelos de pasajeros llegaron para quedarse y que la búsqueda de biocombustibles para reemplazar a los combustibles fósiles es un paso positivo en la dirección correcta. Algunas personas ven este progreso con escepticismo y critican que las pruebas realizadas por Boeing y Airbus sólo usan un porcentaje de biocombustibles mezclado con kerosene. Otras advierten acerca de la cantidad de agua que se requerirá para irrigar los cultivos usados para producir los biocombustibles y si la demanda por biocombustibles llevará a un incremento de la deforestación para plantar estos cultivos.
puede ser que sean pasajes baratos? por el ahorro del combustible digo..
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