lunes, 11 de julio de 2011

Impactos sociales del turismo


Tejedora aymara que cobra por las fotos que le toman en Sacsayhuamán, Perú.
© Marcela Torres

por Marcela Torres

El turismo ofrece experiencias y las culturas locales pueden proporcionar grandes experiencias. Sin embargo, dependiendo de cómo se realice la actividad turística, estas experiencias podrán ser mejores o peores.

El beneficio social más evidente del turismo es que promueve el intercambio entre personas de distintos países y culturas. Muchos viajeros quieren aprender sobre las comunidades locales, conocer sus tradiciones y su estilo de vida. Para las comunidades anfitrionas, esta interacción puede ayudar a fortalecer su autoestima y su sentido de pertenencia, al sentirse valoradas por otros. Más aún, el turismo puede contribuir a mantener vivas las costumbres y artesanía locales de un destino.

Pero al mismo tiempo, existe la posibilidad de que este intercambio tenga efectos negativos. Varios autores advierten del peligro de la “mirada del turista”. ¿A qué se refieren? A que las personas de una comunidad local se sientan vistas como objetos atractivos; algo extraño o sorprendente que se debe observar. Esto tiene mucho que ver con la forma en que la industria turística presenta a un destino y a sus habitantes y con el nivel de interacción que se logra con los viajeros.

Otro riesgo es la pérdida de la autenticidad. En un mundo cada vez más globalizado, se está produciendo también un fenómeno de globalización cultural y muchas comunidades locales cambian los diseños y modos de producción de sus artesanías para asemejarse a lo que creen que “vende” en una economía de mercado o intentan imitar atractivos que nada tienen que ver con sus raíces. Las comunidades deben concentrarse en lo que mejor saben hacer y no tratar de cumplir ideales turísticos preconcebidos.

La falta de conocimiento mutuo e interacción entre los turistas y las comunidades anfitrionas puede llevar a situaciones complejas, ya sea de rechazo hacia los turistas por parte de la gente local o de desilusión de los turistas que se encuentran con lo mismo que podrían ver en sus países sin tener que viajar miles de kilómetros.

Lograr el equilibrio no es fácil. Por eso, el primer principio del Código de Ética del viajero y turista responsable elaborado por la OMT dice: “Ábrete a las culturas y tradiciones distintas de las tuyas: tu experiencia se verá transformada, te ganarás el respeto de la población local, y ésta te acogerá más fácilmente. Sé tolerante y respeta la diversidad; observa las tradiciones y las prácticas sociales y culturales del lugar”.

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